Los síntomas varían de una persona a otra, dependiendo de qué zonas de los lóbulos frontales estén dañadas. Algunas personas se vuelven apáticas, mientras que otras se desinhiben; algunas pueden alternar entre apatía y desinhibición.
Humor y comportamiento fijos, mostrándose egoísta e incapaz de adaptarse a nuevas situaciones.
Pérdida de empatía, calidez emocional y respuestas afectivas hacia los demás.
Apatía o falta de motivación, abandono de aficiones o evitación del contacto social.
Pérdida de las inhibiciones normales, hablar con extraños o mostrar comportamientos embarazosos.
Dificultad para razonar, juzgar y planificar.
Facilidad para distraerse o impulsividad.
Cambios en los patrones alimentarios, como antojos de alimentos dulces, comer en exceso o preferencias alimentarias inusuales.
Disminución del autocuidado y la higiene personal.
Falta de perspicacia.
Comportamientos motores (físicos) repetitivos, como recoger, contar y golpear.
¿Dudas?
Contáctanos si necesitas más información acerca de la Asociación de Demencia Frontotemporal, sus objetivos y tareas